La gracia, se tiene o no se tiene.
Por José Ramón González.
No viene nada mal enfrentarse de vez en cuando a contradicciones. Tampoco es inhabitual que uno tenga claras sus preferencias y que rechace lo que no se ajusta a ellas, pues ha llegado a esa convicción después de muchos años.
Dentro de la música, entre lo que no me gusta suelen estar las bandas que pretenden dilatar la conocida como época dorada del heavy metal o hard rock (los ochenta, la «gloriosa») de modo poco original ―tampoco hay que serlo mucho para tal menester, más bien es recomendable lo contrario―, retórico y aburrido, llenando canciones de tópicos musicales y lingüísticos que arruinan toda posibilidad de sorpresa (la sorpresa tampoco encaja bien en este planteamiento).
No tengo ninguna duda de que en otro momento no habría invertido el mínimo tiempo necesario en comentar un disco de las características de Metal en vena, de los renacidos 11 Bis. En su propuesta hard rockera de tradición clásica se conservan algunos rasgos del estilo que llena sacos de tópicos. La ingenuidad y la falta de sutileza del título del álbum tampoco me animaba demasiado, pero como uno no renuncia a casi nada, allí que se lanza. Para los que no la conozcan, 11 Bis es una banda de Barcelona que se ha reconstruido después de más de 30 años sin dar señales tras haber desaparecido sin que llegaran a grabar un primer disco, hecho que se corrigió en 2018 con la publicación de 36 años después.
Como decía no es, a priori, el tipo de disco que me molestaría en comentar, sin embargo, a pesar de muchas cosas y casi por eso, he disfrutado mucho de un disco que desmonta cualquier prejuicio sin obligarme a renunciar a mi opinión sobre las cosas que no me gustan. Es decir, me gusta sin que me obligue a replantearme nada. Me explico: Metal en vena mantiene con orgullo las características de ese heavy clásico que, sobre todo en sus letras, lleva por bandera la adscripción a un género muy concreto, lo cual suelo rechazar de plano pues ese tiempo, para mí, ya pasó y sólo lo disfruto cuando escucho a bandas de la época. Sin embargo es tal la gracia, la chispa, la autenticidad, la coherencia y la destreza con la que ejecutan cada canción que, sin que yo haya encontrado más de lo que tiene, he caído cautivo de sus canciones. También es cierto que los músicos de 11 Bis hacen un trabajo muy por encima de lo esperado ―qué tal, prejuicios, ya andáis por aquí― y eso eleva la escucha.
Tan bien se han currado las canciones que, a veces, termino tarareando ese mogollón de tópicos que abandoné hace décadas: la fuerza interior, vamos hasta el final, nadie nos va a parar, el rock no se acabará… Por ello, creo que uno de los aspectos que hace irresistible a Metal en vena es precisamente la gracia que tiene que esos músicos no hayan renunciado a esas ideas y las muestren con tal convicción. Su reaparición hace que su presencia sea como la de unos visitantes de hace tres décadas, por lo que no tratan de revivir una época del pasado, sino que para ellos ese pasado es su presente. Ahora no tienen ninguna presión, ninguna pretensión más que la de hacer música, la que siempre quisieron hacer. Esa serenidad y libertad les permite desarrollar su propuesta porque sí, porque les da la gana, sin tener nada que demostrar ni necesidad de hacerlo. Y se nota que se divierten haciéndolo.
Los giros en la construcción del hard rock de «El sabio» llaman la atención de inmediato y ponen en guardia a las orejas prejuiciosas. Los detalles, la buena instrumentación y la carismática voz de José Luis Guitérrez “Padrino” deben advertir a cualquier receptor despierto de que ahí hay que poner atención. Las melodías seductoras e irresistiblemente rítmicas de «Jackie» hacen que uno sonría en lugar de sonrojarse ante su letra desacomplejada. «Sr. Doctor» en cambio tiene una divertida escritura que cuadra estupendamente con una canción que conecta con los primeros Barón Rojo, vertiente Carlos de Castro. Precisamente en la experiencia del barón del otro bando parece inspirada «Ni vergüenza ni respeto», la más extraña del paquete pues se acerca asombrosamente al rock extremo para hablar de la experiencia de un clásico del rock (y lo hacen bien). No está nada mal el bonito blues «47 Rosas» con unas voces bastante cuidadas y verdadera emoción. No puedo decir lo mismo de la canción que cierra el disco, «Guerrero medieval», cuyo título no deja lugar a dudas acerca del estilo de la composición, que a santo de qué; considero que en lugar de aportar diversidad provoca dispersión. Como dije, ellos hacen lo que les apetece, y bien está.
Porque para hacer lo que han hecho 11 Bis hay que haber vivido la experiencia por la que ellos han pasado. Mejor habría sido que no hubiesen tenido que sufrir tantos años de silencio alejados de la música, aunque ahora pueden decir que aquí quedan sus canciones, transformando en virtudes lo que en manos de otros con menos gracia no serían más que un puñado de viejos tópicos.
11 BIS:
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ “PADRINO”: Cantante
SANTI LEAL: Guitarra
ANDRÉS PARRA: Guitarra
JOSÉ LUIS “MAKI” GARCÍA: Teclados
ÓSCAR KRASHER: Bajo
ANDY COBO: Batería
