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BOYS FROM HEAVEN «The Great Discovery» (Target, 2020)

BOYS FROM HEAVEN «The Great Discovery» (Target, 2020)

Sin estridencias, sin sensacionalismo. Sin miedo al silencio. (Jóvenes prodigiosos).

Por José Ramón González.

 

He pasado del escepticismo a la excitación a los pocos minutos de escucha del primer disco de esta nueva banda danesa, la cual casi obliga a cruzar los dedos para que el potencial que ofrecen en este oscuro presente sirva no sólo para iluminarlo, sino que los lleve a formar parte del anhelante futuro. El hecho de que publiquen su brillante álbum en momentos como los actuales ya me parece un generoso regalo.

El escepticismo inicial se debe a la cantidad de ocasiones en las que se nos presenta a una banda desconocida ―o nueva pero con músicos que no lo son― a través de referentes que, más que estímulos, son claros anticipos de decepción. La nota de prensa de Boys From Heaven indica, como en tantas otras ocasiones, que su música es recomendable para fans de Journey y Toto lo cual, a mí al menos, me provoca más rechazo que otra cosa. Este tipo de comparaciones tiene como consecuencia la decepción, unas veces porque el grupo en realidad tiene poco que ver con los nombres referenciados, otras veces porque ―y esto es casi más frustrante― se parecen tanto que sus «creaciones» no pasan de ser una deslucida recreación a papel de calco.

Sin embargo, los chicos de Boys From Heaven tienen la cualidad, entre otras, de sorprender constantemente. La primera sorpresa que ofrecen es que, sin necesidad de saberlo, cualquier fan de Toto o Journey va a reconocer a esas bandas en la base de las canciones de estos jovenzuelos, que no ejercen como meros copistas sino que son músicos que, al contrario de lo que les ocurre a muchas nuevas bandas, han escuchado mucha música antes de meterse a interpretarla ―seguramente en especial la de estos conjuntos―, han asimilado ese sonido que tanto les gusta y lo han incorporado como detonante a su torrente musical para usarlo como instrumento creativo. Lo que escuchamos es a gente joven haciendo música nueva con mimbres clásicos, por lo que es fácil apreciar en ellos tanto el poso de la inspiración como la personalidad de la banda. Sus canciones adoran y admiran en su forma y en su fondo a los primeros Toto, a The Who y a los Journey de finales de los setenta y muy principios de los ochenta. Sus canciones son, por otro lado, nuevas, frescas, excitantes.

Otra sorpresa que nos reservan Boys from Heaven es la incorporación de un instrumento tan distintivo como un saxo, perfectamente integrado en el conjunto y que aporta tanto carácter como singularidad a la propuesta, por lo que su presencia no se limita a ser un elemento exótico o un adorno que aparece de vez en cuando. Sorprendentemente suena tan natural en el conjunto que se acepta con igual naturalidad y se transforma en un motivo más de disfrute. Tampoco es lo previsible para una banda de este estilo que su cantante esté en timbre de voz y estilo cerca de Jeff Keith (Tesla). Su presencia desconcierta al principio y embauca muy poquitas escuchas después. Resulta curioso observar cómo la última canción del disco, «Smile», que arranca con guitarra acústica y voz, remite terriblemente a la banda norteamericana.

Con insultante juventud y discreción, una apabullante seguridad y cuidado en lo que hacen, un talento indiscutible y un respeto evidente por las bandas a las que admiran, Boys From Heaven nos regalan este gran debut que tiene trazas de convertirse en un pequeño clásico. Las canciones que componen The great discovery revelan un trabajo muy bien pensado, al que se le ha dedicado tiempo y cariño, que evita, de modo admirable, la recreación fácil. Las canciones gozan de un amplio espacio para expresarse, no se muestra miedo ni prisa por llenar tiempo de canción con sonido innecesario, lo que revela un conocimiento musical más allá de lo esperable en una primera obra. Dominan las dinámicas, las intensidades ―sin recurrir a estridencias simplonas―, el tempo; el álbum es rico en texturas, y muestran su fino oído con un enorme buen gusto por los detalles. La banda al completo suena extraordinariamente, aunque me ha encantado el trabajo del batería Søren Viig; también la cantidad de matices que aporta Chris Catton ―quien además es responsable de la mezcla y la buena producción del álbum junto al resto de la banda― y el despliegue de recursos del teclista Mads Noyé. Todo parece estar tan trabajado que incluso las dos piezas de poco más de un minuto que sirven de introducción a otras canciones tienen un indudable sentido en el conjunto, por lo que es imposible desligarlas. Así ocurre con «The ascent», preludio a «Green fields», primera canción del disco en la que ya tenemos al saxo como introductor a la canción y los fantásticos cambios de ritmo; y en «Only child», que precede a una de las grandes canciones del álbum, «Convictions». (El resto de las buenas son todas las demás).

Me divierte la sección lenta que interrumpe el ritmo de «Burning like a flame» a lo «Still of the night» de Whitesnake ―grandioso estribillo el de esta canción― y me cautiva la bonita «Memory». Las tres últimas canciones de The great discovery pulverizan las expectativas de las diez anteriores cuando empezamos a pensar que son inmejorables. En ellas aportan nuevos ambientes, amplían sus registros, liquidan los géneros.

Si hace unas semanas hablábamos de la capacidad de una banda clásica como Kansas para sonar actual, nos encontramos ahora a unos recién llegados que son capaces de sonar clásicos sin renunciar a la creatividad ni a la personalidad. Ambos han firmado dos de los mejores álbumes en lo que llevamos de año, creando un bonito círculo de historia musical.

A veces nos quejamos de la crisis de bandas nuevas capaces de renovar la oferta del gran almacén del rock, pero es evidente que bandas nuevas y buenas hay: Waiting For Monday, Girish And The Chronicles, los desaparecidos Bigfoot, y ahora los excelentes Boys From Heaven. A ver si la crisis va a estar en los aficionados.

BOYS FROM HEAVEN - The great discovery cover
BOYS FROM HEAVEN:
MADS NOYÉ: Teclista
MADS SCHAUMANN: Guitarra, voces
SØREN VIIG: Batería
CHRIS CATTON: Cantante
ESBEN CHRISTENSEN: Guitarra
JONAS KLINTSTRÖM LARSEN: Saxofón
ANDREAS VALENTIN BERG: Bajo, voces

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