Fueron extraños aun cuando no quisieron serlo.
Por José Ramón González.
En algunas ocasiones aparecen especies que nos ayudan a entender que no todo en el mundo encaja, su extrañeza nos despierta del letargo de la tiranía de la igualdad y nos muestra el sufrimiento asumido por el que sabe que no pertenece al conjunto, el que está fuera de lugar. Sin embargo, al mismo tiempo enriquece ese mundo cruelmente equilibrado mostrando aristas profundamente humanas.
Es difícil olvidar el primer encuentro con la música de Crimson Glory. La perturbadora melodía de “Last reflection” removiéndote las entrañas, intentando entender lo que decía, con la voz de Midnight, perturbado, gritando en su abandono en aquel ático. Mejor escucharla a oscuras.
Crimson Glory siempre fue una banda extraña, representante de lo que se llamó metal técnico, pero inquietantemente diferente. Sus dos primeros discos son obras irrenunciables por personales, únicas y obsesivas. Casi nadie duda de la relevancia de esos dos álbumes. Melodías retorcidas, afiladas, oníricas y melancólicas ocultas bajo las máscaras que tapaban los rostros de Midnight, Jon Drenning, Ben Jackson, Jeff Lords y Dana Burnell, clavaban sus raíces en los surcos de su primer disco. Esas máscaras quedaron recortadas casi a la mitad en Trascendence, su segunda y brillante obra, más directa, igualmente rotunda, perfectamente diferente, permitiendo imaginar el aspecto que tendrían sus autores. Al final del vídeo de “Lonely”, en unas imágenes fugaces, las máscaras desaparecían.
La portada de Strange and beautiful seguía sin mostrar un aspecto claro, parecía el dibujo de un perturbado, una calavera manchada de colores y con palabras superpuestas al perfil de la Tierra. En la contraportada cuatro músicos, sin máscaras. Había abandonado la formación Ben Jackson, y el batería había sido sustituido por otro de origen indio, Ravi Jakhotia. Otra rareza.
El contenido también había sufrido cambios, y muchos. Esos Crimson Glory no eran los de Trascendence, eran otros que buscaban la aceptación de la mayoría. No querían ser esos tipos raros con máscaras y canciones oscuras y salvajes. Querían mostrar su lado más accesible y mezclarse con el resto de humanos. Pero como a los músicos de la ciudad de Halloween en Pesadilla antes de Navidad, su versión de la realidad les sale rara. Se les cuelan los bemoles y los sostenidos, que son las notas que no existen, las que no tienen nombre propio. Strange and beautiful no es metal progresivo. Suena a Led Zeppelin, mucho, a melodías orientales, a ritmos tribales, y aun así resulta atractivo. La canción homónima que abre el disco es indiscutiblemente Crimson Glory, pero esforzándose por disimularlo, y eso que las guitarras de Jon Drenning se empeñan en retorcerse por los caminos que le resultan antinaturales. La vibración de las cuerdas vocales de Midnight lo crimsongloryza todo.
En “Promise land” quieren ser otros, pero es imposible que no les señalen con el dedo. Se quitaron las máscaras y se han puesto maquillaje. Han dejado de ser otros para ser otros otros. Pero la sangre es la misma. Por eso, los que poseían como algo especial los dos primeros álbumes de la banda, rechazaron este disco. Y lo llamativo es que lo rechazaban porque seguía sonando a Crimson Glory.
Se grabó un vídeo para “The chant” en el que la banda jugaba al disfraz desnudándose, y descubrimos que nos gustaba más el misterio. No queríamos que Crimson Glory fueran como cualquier otra banda. Y eso que su intento fue en vano. Quienes están marcados no pueden disfrazarse.
“Song for angels” es una preciosa balada, interpretada con sensibilidad y con unos deliciosos coros, con un tono triste pero con mensaje esperanzador. “Before you smile you gotta cry sometimes” dicen en el estribillo; más máscaras. En esa línea se encuentra otra maravilla titulada “Deep inside your heart”, escrita por Drenning, Lords y Midnight con maravilloso estribillo. “Love and dreams” sería un medio tiempo acústico, también muy Zeppelin, con teclados de fondo. Una estupenda canción, …si no fuera de Crimson Glory, pensará alguno.
Es imposible resistirse a los siete minutos y medio de un gran tema como “Starchamber”, lleno de melodías perturbadoras en el que las voces de Midnight enredan e hipnotizan, mezcla de guitarras acústicas y teclados, con una parte central indiscutiblemente zeppeliniana (otra vez). Después de esta y hacia el final, se dan cuenta de que se les ha ido de nuevo el impulso irrefrenable de ser ellos mismos e intentan volver a la normalidad con “Make you love me” consiguiéndolo a medias, firmando un pre-estribillo sugerente y regalando unos coros fantásticos a cargo de tres coristas femeninas: Annette Hardeman, Charlene Holloway y Paula Holloway. Pero ya se han rendido, por lo que terminan siguiendo el camino que ha marcado la mayor parte del álbum con “Far away”, más Zeppelin imposible, guitarra acústica y voces ensoñadoras.
Crimson Glory fueron extraños aun cuando no quisieron serlo. A los extraños nadie los comprende pero nos gusta disfrutar de lo que hacen porque, no lo neguemos, también son especiales y nos gusta formar parte de la exclusividad. Muestran ese aspecto de la humanidad que no nos gusta reconocer que forma parte de nosotros, y la observamos en la distancia. Mola que los raros sean otros, pero que se queden allí. Cuando quieren formar parte de la comunidad pierden su gracia porque la evidencia de que no son como los demás es mayor. Strange and beautiful es el intento de Crimson Glory de adaptarse a los nuevos tiempos tratando de disfrazar su potente, turbio e irresistible atractivo y comprobaron que no podían dejar de ser lo que eran, porque su atractivo estaba en su extrañeza; en su singularidad residía su belleza.
CRIMSON GLORY:
MIDNIGHT: Voz, Coros
JON DRENNING: Guitarras, Coros
JEFF LORDS: Bajo, Coros
RAVI JAKHOTIA: Batería, Percusión
