Críticas Extraños y Hermosos

ACCEPT «Eat The Heat» (Epic, 1989)

ACCEPT «Eat The Heat» (Epic, 1989)

La chincheta.

Por José Ramón González.

 

Eres el raro. El que tiene gustos que resultan, como poco, llamativos, si no es que, en realidad, lo que pretendes es aparentar ser especial, diferente. Pero lo cierto es que dijiste, desde el momento de su publicación, que este disco te gustaba, incluso que te parecía muy bueno. Otros lo rechazaban porque era de su banda favorita; tú lo defendiste porque era de tu banda favorita. Reconociste en el sonido, en las notas, las melodías… los rasgos identificativos de su música: las guitarras gruesas y potentes de Wolf Hoffmann, quien asumió todo el trabajo de su instrumento tras la nueva marcha de Jörg Fischer y antes de la llegada de Jim Stacey que, como todos los aficionados saben, aparece en la foto pero no grabó ni una nota del álbum; los coros y los estribillos, la gracia discreta pero permanente de Peter Baltes, «el grande».

Eres el raro por decir que hay momentos de Eat the heat que disfrutas tanto o más que otros de Russian Roulette o de, incluso, el venerado Metal heart, en el que, aunque algunos se nieguen a reconocerlo, ya no eran los Accept de Balls to the wall y menos los del Restless & wild. Algunos de los que se han considerados «defectos» del disco de 1989 eran celebrados como virtudes en los álbumes anteriores. El giro hacia la melodía fue vapuleado en ese álbum, pero eso ya lo percibías en «Screaming for a love-bite» o en «Monsterman».

En verdad nunca lo consideraste un trabajo tan diferente. No estaba Udo, pero eran Accept. Más claramente de lo que muchos admiten, más plenamente de lo que aparenta en una escucha superficial. Porque nos gustan las etiquetas, y por eso a éste le tocó sufrir el hiriente pinchazo de la chincheta con el membrete de peor disco del grupo ―aunque más de uno se pelearía por ponérsela a Predator (1996), otro disco que te gusta (porque eres raro, ya lo sabes)―. Esos no eran los Accept que querían muchos seguidores. Sin embargo lo eran, y mucho.

En el fondo lo entiendes. Es cierto que el disco es más hard rock, las dinámicas son diferentes, basadas, sí, en varias de las canciones de su carrera, quizás las más «comerciales». ¿Acaso no resultaban llamativas creaciones como «It’s hard to find a way» en Russian roulette? Ah, claro, que ahí cantaba Udo. ¿Y esos coros? Claro, los pedía la canción…; y estaba Udo. Pues «Man enough to cry» tampoco es que sea heavy metal. Aunque esas composiciones, es verdad, eran versos sueltos en discos decididamente duros. Pero eran Accept, y bien populares. Lo que muchos se negaron a admitir era un disco completo de canciones de la banda en esa línea. Y sin Udo. A pesar de que ahí estén la poderosa «XTC», o la oscura y rotunda «Generation clash».

Venga, reconócelo, eres raro. Has sido capaz de aislar Eat the heat del resto de la discografía anterior y lo disfrutas así. O algo más extraño: han conseguido darle sentido dentro de su carrera y adoptarlo como uno más, hilvanándolo complacientemente con los anteriores creando una cohesión más que razonable y natural. Crees que una banda puede hacer lo que considere oportuno con su carrera, siempre que no haya una renuncia a sus intereses artísticos por claudicar ante los comerciales.

Se dice que Accept suavizaron su sonido para entrar en el mercado norteamericano con este álbum. Y eso es evidente, tienes que admitirlo. Hay momentos que, como aseguran, no parecen ellos, o son ellos rebajados como los precios en el viernes negro. Y sin embargo no por eso es peor disco; es otro disco de la misma banda adaptando sus características a otras necesidades. Pero ya, aquí… sí, falta el pequeñín. O sea, que toda la culpa la tiene David Reece. Buena manía le tuviste durante un largo tiempo, cuando leíste en una revista de la época cómo se la había jugado a sus compañeros. Según recuerdas, se quejaban de que Reece había caído enfermo y ellos se encargaron de todos los gastos del hospital y costearon los días de estancia que fuesen necesarios hasta que se recuperase y cuando lo hizo los dejó tirados. Ya no sabes si eso fue así o no, pero te costó perdonarlo. Tampoco importa, porque su trabajo en el disco te gusta. Anda que no disfrutabas con «Prisoner», una de tus canciones favoritas del álbum.

Te encantaría poder convencer a todos de que este disco merece mucho la pena, que es un más que buen trabajo, al menos tanto como el anterior, aunque no esté… Tiene composiciones de nivel, solos extraordinarios de Hoffmann, estribillos inolvidables, canciones que, ahora mismo, podrían ser rescatadas como piezas de categoría, como esa «Hellhammer» que podría sonar a clásico de la banda. Pero qué interés tienes tú. Además de raro eres ingenuo. ¿Pretendes reparar una injusticia? ¿Tanto te importa lo que piensen otros de un álbum de música? ¿Crees que importa? Ya, a ti sí. Piensas que con ese trabajo hay otros que pueden encontrar el mismo placer que tú, y reconocer el trabajo de esos músicos que admiras. Eso estaría bien, sí. Y si no, para ti sigue sonando tan fresco y excitante como el primer día, tan hermoso como cuando se publicó, duro y potente y, por qué no, melódico y reivindicable.

accept_eat-the-heat
ACCEPT:
DAVID REECE: Cantante
WOLF HOFFMANN: Guitarras
PETER BALTES: Bajo
STEFAN KAUFMAN: Batería

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