Los maestros lo hacen mejor.
Por José Ramón González.
A este paso terminarán por construirles a FM un ático adicional en el edificio de la excelencia. Habría que estarles agradecidos por varias cosas, entre ellas que sigan tocando, después de tantos años, la música por la que los conocemos. Pero no sólo eso, sino que lo hagan tan bien o mejor, como es el caso de Atomic generation, que entonces. Debe de ser muy difícil mantener el nivel compositivo después de tantos álbumes, tener la misma ilusión y ganas, conservar intacta la capacidad para seguir siendo los mismos sin repetirse.
Con éste son once discos de estudio y, escuchado lo escuchado, parecen no tener límite. La frescura con la que atacan las canciones, la incapacidad para ponerse topes o asumir restricciones y, probablemente lo más asombroso, su habilidad para manejar los tópicos en un estilo en el que es fácil caer en la repetición, hacen de Atomic generation un disco sorprendente. Me animo a asegurar que tiene hechuras de clásico del género, canciones por las que tendrían que babear aquellos que repiten “ya no se hacen discos como antes” ―en parte con razón― y melodías que suenan tan auténticas que hay que tener cuidado para no deshacerse al escucharlas. Porque son unos verdaderos funámbulos al mantener el equilibrio en esa cuerda floja que es el género del rock melódico.
La ejecución de cada canción es de tal convicción que uno las está cantando obsesivamente al poco de escucharlas. Prueba de ello es el primer single “Black magic”, canción que abre el disco: uno sopla al escuchar los coros a lo Def Leppard pensando “otra vez no” y cuando no ha terminado aún el eco del pensamiento ya está tarareando la canción. Está repleta de intensidad y autenticidad. Paradójico. “Stronger es una canción que coquetea con el mismo estilo y en la que Merv Goldsworthy y Pete Jupp están estupendos al bajo y la batería, al igual que los ritmos contagiosos y divertidos son los que se adueñan de uno en “In it for the money”.
Que Steve Overland vuelve a estar tremendo cantando es otro tópico. Sin él estas canciones no tendrían esa calidad irresistible. Seguramente buena parte de que las composiciones de Atomic generation suenen a verdad es responsabilidad suya; él solo es capaz de hacerte creer que una canción del Cantajuegos es buena si sale de su garganta. Todo ello está arropado de unos magníficos coros, como prueba “Too much of a good thing”, por ejemplo, que uno termina repitiendo como un ritual hipnótico.
“Killed by love”, que podría ser una plantilla para aficionados a FM, parece aquí un feliz descubrimiento de lo que es el rock melódico. “¡Anda, pero si no sabía que esto molaba tanto!”
“¿Qué es esto: un maldito greatest hits?” se viene a la cabeza si se sienta uno a escuchar, después de las anteriores, la fabulosa “Follow your heart”, contundente y emocionante, adictiva y elegante, con unos teclados maravillosos de Jem Davis. Un chelo refuerza los ritmos entrecortados de las guitarras de una canción que explota en el estribillo de modo brillante. Canciones como ésta dan sentido al género. En una línea algo más sentimental está una preciosidad titulada “Golden days”, muy emotiva, muy bonita diría.
Quizás lo más llamativo del disco sea “Playing tricks on me”, una canción que inevitablemente tiene un sonido Santana, aunque es igualmente pegadiza.
Y habría que destacar una vez más la maestría de Jim Kirkpatrick, cuyos solos no son un puente sino columna fundamental de la canción, y subrayar la destreza con la que cuela notas en momentos de la canción en los que resultan más expresivas.
Si con todo esto hay algún aficionado que no cree que necesita escuchar ya este disco es que mis habilidades para expresar lo mejor que puede ofrecer el rock melódico están muy por debajo de lo que merece una banda tan admirable como ésta.
FM:
STEVE OVERRLAND: Cantante y guitarra
MERV GOLDSWORTHY: Bajo
PETE JUPP: Batería
JEM DAVIS: Teclados
JIM KIRKPATRICK: Guitarra
