Emocionante, nostálgico y adictivo. Los mejores Treat están de vuelta.
Por Óscar L. González «Mendo».
Seguramente que no fui el único que pensó durante las primeras escuchas de «Coup de Grace» que difícilmente lo igualarían en el resto de su carrera. Potente, melódico, fiero por momentos y pleno de inspiración, todo apuntaba a que sería su obra cumbre, pero hete aquí que 6 años despues, su sucesor, «Ghost of graceland» resulta ser un muy duro competidor que sólo demostrará su supremacía o no, con el paso de los años.
A lo largo de su primera etapa, Treat se caracterizó por su gran calidad como banda, por sus continuos cambios de formación y por no estar jamás en el sitio justo en el momento oportuno, por lo cual, no son tan conocidos como algunos de sus compatriotas que sí consiguieron pegar el pelotazo en su misma época, aunque tuviesen que cardarse el pelo y echarse en brazos de las radiofórmulas; me refiero a Europe, que han vuelto a sus orígenes gradualmente desde que iniciasen su nueva etapa.
Treat, en cambio, siguen fieles al estilo y la personalidad que no consiguió encumbrarles cuando tenían más pelo y menos tolva, dando un giro de tuerca si cabe en el apartado de las polifonías vocales que, si bien suenan un poco artificiales y casi imposibles de replicar en directo (salvo que hagan trampas) convierte las 12 canciones del disco en terriblemente adictivas y pegadizas, con unos teclados y guitarras que empastan a la perfección y con una calidez de sonido que hace que cada escucha sea una experiencia.
Parte de la culpa de esa calidez la tienen los productores que son los habituales Peter Mansson ayudado por Anders «Gary» Vikström y sobre todo, su magnifico baterista Jamie Borger, cuyo groove es inigualable, aunque en este disco quizás esté más domesticado. Sigue presente la atemporal y personálisima voz de Robert Ernlund, las atronadoras y afiladas guitarras de Anders «Gary» Vikström, los omnipresentes teclados de Patrick Applegreen y en el bajo el «debutante» Pontus Edberg, miembro habitual de King Diamond y The Poodles. …Con estos mimbres es difícil que el cesto se desfonde por el peso de las 12 espectaculares canciones contenidas en «Ghost of Graceland», que es el título del tema que abre el disco y que protagoniza el videoclip de avance homónimo. Desde la primera escucha se pega al cerebro y no se va. Temazo.
«I don’t miss the misery» recuerda a lo que últimamente hacen Lynyrd Skynyrd en estrofas y acordes, pero el epatante estribillo de estilo «Go» nos devuelve a la realidad. El protagonista del tema camina al borde de la locura pero finalmente sale a flote… vaya letrazas, Gary, y vaya solo de guitarra.
Más hard rockera se presenta «Better the devil you know», pero ese estribillo puedes estar días recordándolo mentalmente sin parar. Otro temazo…
La balada «Do your own Stunts» que habla de un padre que intenta educar a sus hijos para que vivan la vida a tope, es la continuación natural de «A life to die for», quizás un poco menos moñas, pero igual de melancólica, contando con un Ernlund que canta como los ángeles.
«Endangered» también recuerda por los acordes a los actuales Lynyrd Skynyrd y es la hija natural de «Conspiracy» por sus arreglos de teclas, si bien resulta muy superior a ésta en el resto de apartados, sobre todo en el coral estribillo cuya potencia no puede ser mayor. Tremenda.
Otro temazo muy potente y rockero es «Inferno», con sus coros de tintes «modern» y sus simples acordes de guitarra. La parte central exige un marco, una alcayata y una pared.
El enigmático inicio de la clásica «Alien hartlings» corrobora el homenaje a su primera etapa. Las guitarras y las voces, que suben a unos tonos imposibles, recuerdan a los Leps de la época gloriosa.
«Nonstop madness» mezcla influencias modernas con los más antiguos Treat y el resultado es satisfactorio, aunque por debajo de la exigente media del disco.
Comparada con las anteriores, la rápida «Too late to die young», añade un par de marchas más al tranquilo tempo que reinaba. Tiene poco de moñas y mucho de candidata a hacer «air guitar». Aqui también hay homenaje a los Leps con el «too late…too late». Fantástica.
La heredera de la majestuosidad de «Skies of mongolia» es «House on fire», si bien en este caso, la nueva pierde en la comparativa porque su estribillo se parece demasiado a algunos ya oídos en este disco. El solo de órgano estilo «Triana» es pintoresco como poco.
Vikström debuta como cantante solista en la contradictoria «Together alone», con la única ayuda de un solitario piano y una orquesta cibernética. Épica como no soy capaz de describir, supera el handicap del tono nasal de la voz de Anders, que por momentos recuerda a Phil Collins. Preciosa, emocionante y momento mechero fijo en los conciertos.
La última perla es «Everything for everyone» y no baja ni en un ápice la calidad media con su sueco estribillo. Abba, Roxette y Europe metidos en una batidora marca Treat.
Extraordinario disco, con una capacidad de emocionar al alcance de muy pocos grupos actuales y del pasado. Si os gustó el anterior, este «Ghost of graceland» es un «Buy or die» de manual.
TREAT:
ROBERT ERNLUND: Cantante
ANDERS WIKSTRÖM: Guitarra Solista, Coros (Cantante en “Together Alone”)
PATRICK APPELGREN: Teclados, Guitarras, Coros
PONTUS EGBERG: Bajo
JAMIE BORGER: Batería
Espartaco
Hace poco volví a escuchar su trabajo llamado «Dreamhunter» (de los mejores del grupo) y me di cuenta que la influencia de Treat en los grupos actuales escandinavos es notable! Gracias a ellos tenemos grupos de calidad hoy en día! Y por lo que veo siguen dando guerra…enhorabuena por la crítica! Me has puesto los dientes largos! Jaja!
Lord AOR
Su anterior álbum fu muy laureado y estaba realmente genial; por lo que leo, este nuevo trabajo me va a gustar.