Secuela imperfecta.
Por Carlos Bayón.
Segundo disco de esta versión 2.0 de Danger Danger, con el extraño título en japonés que según parece quiere decir secuela o siguiente paso, aunque en el caso que nos ocupa es más bien quedarse en el mismo sitio, ya que se repiten prácticamente los esquemas de su anterior trabajo.
Nueva imagen, si antes fueron vaqueros, en este caso y a colación del título japonés, los componentes se convierten en personajes manga, en una portada bastante cuidada para lo que suelen ser los proyectos de la compañía italiana.
Es difícil, como pasaba con el disco de Tom Keifer, separar este proyecto de la que fue la banda madre a la hora de comparar uno con otro, aunque cierto es que las melodías y los estríbillos marca de la casa siguen estando muy presentes. Tanto éste como el anterior me dejan frío, me suena todo a artificial, sin personalidad, a intentar buscar un futuro en ciertos sonidos sin pensar en el presente; algunas experimentaciones no casan con el espíritu del álbum; igual que el disco Revolve, aunque en ese caso con Ted Poley a la voz, sí me pareció un intento de seguir una estela hacía sonidos conocidos y familiares, y les salió un disco muy interesante con cierto sabor a nostalgia. En este nuevo proyecto hay una falta de emoción y un poco de artificiosidad.
El disco no está mal, de hecho todos los que busquen este tipo de sonidos seguro que les encantará, pero a mí me suena a ya oído, sigue habiendo grandes momentos como las muy ochenteras “Hold On Tonight” con un aire a Def Leppard y “Fallin’ For You” que son en esencia las que más recuerdan al pasado. La inicial “Love is the Killer” que suena a Eclipse por todos lados; la vacilona “Hollywood in Headlights”, pero todas tienen al final ese aura a factoría Frontiers, que no tiene nada de malo, pero creo que los muchachos ex Danger Danger deben tener la suficiente personalidad para salir del rebaño, y no repetir esquemas o sonidos de otras bandas a las que ni mucho menos deberían tener como referentes, sino más bien al revés.
El caso es que después de un buen comienzo la cosa empieza a decaer con la metálica y pesada “Allnigther”; la típica “U X’d My Heart” con una tétrica intro; la melancólica y desganada “It Goes Fast” que no hace honor al título y es quizás la más lenta del disco; y “Stay”, que me recuerda más a la carrera en solitario de Paul Laine. La única que se sale un poco de la tónica es “Alive”, con un aire a U2 en las guitarras y al Bon Jovi de la última etapa con un tono más pop, y que parece una rara avis dentro de todo el trabajo; la vacilada “Drink Up!” que es más un cliché de canción de barra de bar, y que queda como una anécdota para cerrar el disco, para mí totalmente prescindible.
Para todo aquel que estas cosas de la artificiosidad le den igual, y simplemente quieran pasar una hora escuchando música de calidad con un muy bien trabajo de guitarras, unas melodías preciosistas, una voz melodiosa y que no ha perdido nada con el paso del tiempo, este disco lo disfrutará como un niño, porque si le quitamos esa capa de pretenciosidad no deja de ser un intento de rememorar una época y un sonido clásico en el siglo XXI, y como todos sabemos las cosas han cambiado bastante y en eso el disco es excelente, seguramente de los mejores del año en su estilo, pero en mi caso no es un trabajo que me deje con ganas de escucharlo varias veces seguidas, y de hecho para esta reseña lo he tenido que hacer.
Si el anterior me dejó un poco frío y decepcionado, éste me da la sensación de no tener claro el camino por el que tirar, si el de un pasado glorioso y lejano, o el de este presente que puede ser el comienzo de algo más grande, o el de estancarse en producciones un poco faltas de personalidad.
Lo dicho, a la gente que busque las melodías pegadizas, unas buenas guitarras rockeras, pero sin pasarse, este disco les encantará, pero incluso a ellos les sonará a algo ya escuchado infinidad de veces en los últimos años.
THE DEFIANTS:
PAUL LAINE: Cantante
BRUNO RAVEL: Bajo
ROB MARCELLO: Guitarra
STEVE WEST: Batería