Atención: producto 100% disfrutable.
Por José Ramón González.
Es posible que peque de presunción pero, dentro de la mediocridad general a la que se ha visto abocado en bastantes ocasiones el género del rock melódico, tanto proyecto impersonal, tanta falta de creatividad, no es demasiado difícil detectar cuándo una banda sobresale un poco. Es fácil, por tanto, darse cuenta de que Stardust, una nueva formación procedente de Hungría, aporta algo especial, aunque no diferente. Su rock melódico suena bien, a producto de cierta calidad, apoyado en buenas canciones y una más que decente ejecución. También tendrá algo que ver el hecho de que cuentan con el apadrinamiento de dos nombres de autoridad: Tommy Denander y Mark Spiro, quienes los han ayudado en la composición de las canciones, el primero en dos de ellas coescritas junto al cantante Adam Stewart, y el segundo en cuatro, tres firmadas en solitario.
Es en álbumes como Highway to heartbreak donde se echa de menos la mano de aquellos grandes productores de hace unas décadas, capaces de aportar un sonido con cuerpo e intensidad, e incluso de potenciar la personalidad de una banda. Si este disco lo hubiese producido un profesional de ese tipo ―su primer EP lo mezcló Michael Wagener, así que parece que saben lo que hacen― podríamos estar hablando de un trabajo superior, porque materia prima tiene. Las nuevas tecnologías ayudan y facilitan mucho trabajo, pero no sustituyen al talento de un profesional.
Creo que la diferencia entre Stardust y muchas otras formaciones está en que su objetivo no parece ser querer recrear el sonido de las bandas que aportaron prestigio al género, sino intentar hacer su propia música siguiendo los referentes de bandas como Winger, Giant, Journey o Def Leppard. No quieren sonar como ellos ―excepto en una de las canciones, como veremos―; quieren hacer su música tan bien como lo hacían ellos. Así nos encontramos ante un trabajo que anima el destemplado panorama del rock melódico con un álbum muy entretenido, cuyas canciones suenan como recién sacadas del horno y no a comida preparada recalentada en el microondas. Es la comida de siempre, pero bien hecha y con un puntito de buen gusto y cierto toque de distinción que le permite salirse del menú del día y pasar a la carta.
Stardust apunta hacia ese feeling especial que atesoraban grupos como Alias, una delicadeza particular, una sutileza poco habitual y una querencia por las melodías cuidadas y los estribillos que no buscan el impacto fácil. La voz de Adam Stewart tiene además cierta afinidad con la de Freddy Curci.
Cualquiera puede hacer la prueba de las siete diferencias escuchando la estupenda «Runaway» con la que se abre el álbum, una composición en la que se nota la mano ―las dos― de Denander en esas guitarras, al igual que ocurre con su otra aportación, la potente «Hey mother». Incluyen una versión de Pat Benatar, «Heartbreaker», que además es la segunda del álbum, lo cual denota lo bien que encaja con el resto de las canciones del disco, cargada de pegada y estilo.
«Bullet to my heart» entra en el universo Treat y se convierte en una de las canciones más chulas del conjunto asumiendo su humildad al tiempo que extrae lo mejor del género. «2nd hand love», una de las de Mark Spiro, más elaborada, es otra de las buenas canciones del disco. De «Shout it out» apareció un vídeo hace un par de años, más rockera y con muchos coros uohuohuoh, que no suelen gustarme mucho aunque aquí no resulta fácil renunciar a tararearlos porque la canción funciona sola. De su EP han recuperado «Blue jeans eyes» y me alegro, porque es una canción estupenda.
En general lo hacen tan bien que hasta trago con el pastiche de Def Leppard que se marcan en «Can’t stop lovin’ you»: buscan incluso el sonido de la batería de la banda británica, la alternancia de guitarras con y sin distorsión, el estribillo y los coros, aunque aquí ya no alcanzan. Cierran Highway to heartbreak con otra canción de Spiro, de las más logradas en intensidad creciente, «The river is rollin’», cuyo estribillo podría pasar perfectamente por uno del primer disco de Harem Scarem.
Bienvenida sea esta banda y su disco disfrutable al cien por cien que al menos compensa de tantas decepciones sufridas en los últimos lustros.
STARDUST:
ADAM STEWART: Cantante, coros, guitarra
FACEY: Guitarra
DAVE LEGRAND: Teclados
TIM KEELEY: Batería
BEN MARTIN: Bajo