Nada que ocultar.
Por ELS.
No quería escribir sobre esta película sin haber visto también el documental Citizenfour de Laura Poitras (2014) sobre el proceso por el que Edward Snowden reveló cómo Estados Unidos y agencias de inteligencia de todo el mundo tienen acceso a información [privada] sobre cualquier persona que utilice el teléfono y el ordenador. He leído opiniones a favor y en contra de la película, que quizá para quien haya visto el documental, lo entienda hasta el último dato encriptado y sea consciente de todo lo que implica, no aporte más que un poco de emoción fácil al asunto. Si no, algo de cuento viene bien para que todos los que no somos ingenieros, informáticos o espías comprendamos mejor las consecuencias y que así también nos dé por tapar la cámara del ordenador con celo.
La ficción permite además escenificar ejemplos de cómo puede utilizarse toda esa cantidad de información sobre qué hacemos y con quién, incluso sobre aquellas personas que no tienen nada que ocultar, para manipular sus decisiones sin que se enteren siquiera. También admite el lujo de lanzar ciertas comparaciones entre modelos que parecen objetivamente indeseables, como quienes conocían las atrocidades del nazismo y no hicieron nada, y aquellos que actualmente tienen en su poder tantos datos y tampoco hacen nada. A mí esto de que todo siga igual me preocupa casi más que la invasión de la privacidad. Con Snowden alcancé a vislumbrar por una rendija muy, muy remota que alguien desesperado y harto de tanta indolencia pudiera desear votar a Trump, cosa que hasta entonces era incapaz de entender, o más bien (lo que prácticamente era lo mismo tal y como estaba la situación), no votar a Hilary. No sé si la película es excesiva respecto al poder de Estados Unidos, a veces casi daba la impresión de que si ellos (y Reino Unido) presionaban un par de botones podían dejar sin luz al planeta o parar una guerra por aquí e iniciar otra por allí. Y cuando la película termina dan ganas de pensar que bueno, que si está en las salas de cine es porque la han dejado y que no importa nada que la veas y que pienses lo que quieras.
El ritmo está muy bien llevado y pese a sus más de dos horas de duración Snowden no resulta una película larga. Por otro lado la sencillez de los actores, su aspecto cotidiano, contrarresta posibles desvíos hacia su consideración como personajes y los acerca al espectador. Claro que la cinta se sitúa siempre alrededor de Edward Snowden y a partir de una base real apunta muchas veces a los sentimientos de la audiencia y hace un poco lo que quiere. Sin embargo, creo que nadie elige ver esta película para pasar el rato, entregarse y dejarse llevar únicamente por las emociones, así que la responsabilidad de valorar figuras maniqueas y separar estrategia narrativa de información relevante pertenece al espectador.
Intérpretes:
Joseph Gordon-Levitt
Shailene Woodley
Melissa Leo
Zachary Quinto
Tom Wilkinson
Rhys Ifans
Nicolas Cage
Guión:
Kieran Fitzgerald
Oliver Stone
Música:
Craig Armstrong
Adam Peters
Fotografía:
Anthony Dod Mantle
