Resurrección.
Por Óscar L. Gónzalez «Mendo».
A Skid Row le ocurrió lo mismo que a otras bandas aparecidas a finales de los ’80; su éxito comercial y de crítica se vio bruscamente truncado cuando surgió (o más bien lo hicieron surgir) el grunge. Danger Danger, Winger y otros muchos lo sufrieron en sus carnes. Dos discos superventas y fin de fiesta.
Skid Row la «petó» con su disco homónimo y la siguió «repetando» con el magnífico Slave to the grind. Habían sido tres años de excesos, drogas, chicas y autodestrucción y se hacía necesario un receso, a la vuelta del cual, todo había cambiado. La chavalería había cambiado las mallas, los cinturones de balas, los cardados y la fiesta por jeans ajados, camisas de leñador y tristeza y melancolía, fruto de la innovación de bandas como Soundgarden, Alice In Chains o Pearl Jam.
¿Qué hacemos?, se preguntaron nuestros amigos. La respuesta fue el disco Subhuman race con el que se plegaron a la moda, no teniendo éxito entre los nuevos fans y siendo abandonados por los clásicos. Renunciar a la personalidad casi nunca tiene premio y con este disco entregaron la cuchara.
Cuando se les acabó el dinero hubo intentos ya en este siglo por parte de los managers de que se juntasen los 5 magníficos, pero no fructificó, y los tres miembros supervivientes, Bolan, Sabo y Hill (Afusso y Bach se fueron hacía ya muchas lunas) siguieron con la reanimación del moribundo resultando en indiferencia por parte de casi todo el mundo, entre los cuales me incluyo. Sirva de ejemplo que de ello me he enterado gracias a la Wikipedia, pues pensaba que desaparecieron en 1995.
Ahora en 2022, el Grunge, el NU metal y otros inventos de las discográficas están más acabados que el exitoso Hard Rock que Skid Row practicaban en sus inicios y la pérfida pregunta ”¿qué hacemos?» solo podía tener una respuesta: volver a ser Skid Row, y vaya si lo han conseguido. Estos son los Skid Row de los dos primeros discos. Sin copia-pega ni autocomplacencia.
A esta actualización se ha unido (cayendo de pie) el ex-cantante de mis adorados H.E.A.T tras superar una leucemia, Erik Grönwall, que ha supuesto un soplo de vida para Skid Row, una transfusión de vitalidad y todo ello sin colaborar en la composición, ya que esta corre a cargo del «big three» con algunas colaboraciones externas, pero la voz de Erik se ajusta a su nueva banda como un guante y canta como los ángeles o los demonios dependiendo de la canción. Un figura. También sigue el batero del último intento de reencarnación, Rob Hammersmith, a cuyo trabajo no se le puede poner pega alguna. Toca como Rob Afusso, que es lo que se pide.
Hasta aquí, todo correcto, pero… ¿y las canciones? Pues todas y cada una de ellas parecen sacadas de cualquiera de sus dos primeros discos, lo que unido a una brillante (y cara) producción hacen que lo que escuchamos nos suene a gloria. Potentes, punkys, con su punto de melodía y con mucha actitud de esa que tenían en sus inicios reaparecen en este disco que vamos a desmenuzar para la audiencia.
Hell or high water abre fuego con sus acordes marca de la casa, su lento tempo, su pegadizo estribillo y el puente acústico antes del punteo. Lástima de artrosis, si no saltaría. Estupendo inicio.
El potente bajo de Bolan da inicio al tema que da título al disco The gang’s all here con unos coros y estribillo que te ponen los pelos de punta. Alegría, fiesta y celebración. Cómo lo echaba de menos.
Not dead yet es una declaración de intenciones en este rockandroll a toda pastilla. Como cantaba Peret, no estaban muertos, estaban de parranda. No eches arena en un ataúd abierto. Temazo del copón.
Más oscura, dura y enigmática se presenta Time bomb, con el trasteante bajo como protagonistas en los versos, hasta llegar al estribillo que es una vacilada. Tic, tac, tic, tac… ¡¡boom!! Chula.
La melodía y esos riffs tan guapos de antaño vuelven con Ressurected, otro tema con mensaje para el enemigo. Pleno de vitalidad y con un estribillo que lo mete en el top 3 del disco. Flipante.
Nowhere fast es más compleja de escuchar que las anteriores y es de largo la que más recuerda a su disco Subhuman Race, pero no por ello pierde calidad. Estupendo el trabajo de Hammersmith dándole credibilidad a la canción.
Con When The lights come on retoman la senda de la fiesta y la energía, sonando como hace 30 años. Ese bajo de Bolan es la repera como el estribillo y el punteo.
Tear it down es puro espíritu de su segundo disco, con sus coros vikingos y su melodía pegadiza. Erik es lo más… Qué facilidad para adaptarse. Temazo.
October song es un lento tema acústico similar a los que ya hicieran con gran éxito en sus dos primeras obras y de verdad que emociona. Otro temazo con Erik dándolo todo.
Con World’s on fire se despiden. Otro tema cargado de mensajes marca de la casa y que pone fin a un disco que debería durar más por lo ameno y emocionante de su escucha.
Magnífico disco aunque no esté el “gang” al completo, pero se lo vamos a perdonar. Faltaría más.
SKID ROW:
ERIK GRÖNWALL: Voz
RACHEL BOLAN: Bajo, coros
SNAKE SABO: Guitarra, coros
SCOTTI HILL: Guitarra, coros
ROB HAMMERSMITH: Batería