POISON «Native Tongue» (Capitol Records, 1993)

Evolución no ligada al éxito, pero sí a la concepción de una gran obra.

Por Javi Segura Ruiz.

Porque “Native Tongue” es precisamente eso, un fantástico trabajo rebosante de talento e inspiración donde Poison sorprendieron a todos, (y a muchos de los cuales también decepcionaron), con el inesperado giro musical que realizaron debido en gran medida a los “galones” que se le otorgaron al sustituto de CC Deville, el entonces jovencísimo Richie Kotzen, pues como él mismo ha comentado en alguna entrevista reciente, le fue concedida tal libertad creativa que podría haber sido fácilmente, (citando palabras textuales), un disco suyo en solitario.

No deja de ser bien significativo tal hecho, pues si en aquel 1993 y en plena vorágine grunge ya era difícil repetir éxito con la fórmula del estupendo y multiplatino “Flesh & Blood”, más arriesgado era si cabe dejar a un lado la creación de hits al estilo de “Unskinny Bop”, “Talk Dirty to Me” o “Fallen Angel” entre muchos otros para embarcarse en la composición de temas en una faceta más bluesy y cercanos al rock americano más tradicional.

Lo más positivo de ello es que la crítica comenzó a tomarse en serio al grupo, obteniendo el disco una más que considerable aceptación por parte de la misma, pero no ocurrió lo mismo con sus seguidores, los cuáles no estaban por la labor de digerir tan fácilmente ese giro musical y buena parte de ellos no comprendieron, (ni quisieron hacerlo), el nuevo rumbo que las composiciones de su banda de glam / hard rock presentaba en esta cuarta obra.

“Native Tongue” es un disco espiritual, lleno de vida y alma, un álbum en el que se exprimió lo mejor de su base rítmica, pues tanto Boby Dall al bajo como Rikki Rocket a la batería realizaron su mejor trabajo y en el que el reputado Richie Zito realizó una impecable producción, pues consiguió ese perfecto equilibrio para que una música tan auténtica sonara en su justa medida; aquí no encontraremos hits, pero tampoco altibajos, pues de principio a fin el disco mantiene un gran nivel en todas y cada una de sus canciones.

La obra comienza con una breve intro tribal en que la percusión y timbales ya te meten el ritmo en la sangre, enlazando con las rabiosas guitarras de “The Scream” y ese sonido tan característico de las Telecaster de Kotzen; un tema potente, con garra, varios cambios de ritmo y destilando ese aire añejo que envuelve todo este trabajo.

“Stand” fue el single de adelanto donde lo más destacado sin duda son esos geniales coros góspel que acompañan la voz de Bret Michaels, adquiriendo un solemne protagonismo en el tramo final… ¡menuda lección de clase y elegancia!

Son varios los temas en los que, sin alejarnos un ápice del rock, desprenden cierto aire funky en su ritmo y guitarras, como “Stay Alive” o la enérgica “Body Talk”, con ese inspirado riff que precede el solo de Kotzen; uno de los grandes baluartes tanto en estas como el resto de canciones son los coros, en los que la voz de Richie adquiere un primordial protagonismo, siendo el complemento perfecto a la de Bret Michaels para adquirir ese tono clásico que impregna por completo el sonido de la obra.

En “Bring It Home” parece que Michaels intente emular, (salvando las distancias), el comienzo coverdeliano de “Still of the Night”, intercalando sus vacilonas voces con las enérgicas guitarras de Kotzen en otro tema con nervio y fuerza.

Con “Until You Suffer Some” llegamos a la primera balada, llena de sutileza en los arreglos de guitarra, teclados, grandes coros y melodías, especialmente lograda la que sucede al solo; el segundo tema lento nos llegará más adelante con “Theater of the Soul”, donde irremediablemente te viene a la cabeza su exitosa “Every Rose Has It’s Thorn”, (incluso el solo de Kotzen parece querer sonar por momentos como el magistral realizado por Deville), pero aun siendo buena no llega a enganchar como aquella memorable canción del “Open Up and Say Ahh”.

¡“7 Days Over You” es una auténtica gozada! Rock, funk, algo de blues, unos arreglos de viento como colofón y nuevamente esos majestuosos coros que suenan de muerte a lo largo de toda la canción… rebosa vitalidad y autenticidad por todos sus poros… ¡magistral!

Con “Ain’t That the Truth”, (precedida de un breve interludio acústico), continuamos con los ritmos funkys, unos marcados riffs y otro fantástico solo de guitarra de Kotzen, mientras que “Strike Up the Band” se nos viene encima con unos ritmos más hard rockeros y acelerados, un estribillo donde vuelven a destacar esas voces de Kotzen en segundo plano y el poderoso riff que precede el solo.

“Ride Child Ride” y “Blind Faith” son quizás los temas que más nos acercan a los anteriores Poison pero sin perder un ápice del sonido clásico que mantienen a lo largo de todo este trabajo; la primera rebosante de melodía, coros majestuosos y un estribillo demoledor, mientras que con la segunda ya quedas atrapado desde el primer segundo con ese monstruoso riff y un estribillo tan vital como adictivo… ¡ambos temas son fabulosos!

Con “Bastard Son of a Thousand Blues” realizan sin tapujos un homenaje a “Poor Boy Blues” pues parece su viva reencarnación y sirve de epílogo a este espléndido álbum de rock americano.

Se podría decir que esa espiritualidad que envuelve a “Native Tongue” va unida de manera intrínseca al aire festivo que desprenden la mayoría de los temas, pero curiosamente en una vertiente totalmente diferente y alejada a la que hasta entonces con dicho concepto se atribuía a la música del grupo.

Otra de las peculiaridades de “Native Tongue” es que sigue sonando joven pasados ya 23 años y así parece que continuará por muchos más que transcurran, pues son canciones que no sufren el castigo del paso del tiempo y para nada envejecen, siendo de esas obras musicales que uno cree que seguirá escuchando con pasión llegado a viejito, (si se vive para contarlo claro está), pues con cada nueva audición continúa ganando enteros.

Un disco hermoso, pero extraño para muchos de sus seguidores y que supuso el comienzo del fin de la época dorada de los norteamericanos; posteriormente grabaron otro buen álbum con el gran Blues Saraceno, “Crack a Smile”, que supuso una mezcla entre el estilo de sus tres primeros discos y el grabado con Kotzen, pero ya nada fue lo mismo, mucho menos aún con la posterior vuelta de CC Deville y sus mediocres, (siendo generosos) publicaciones.

Uno de los discos de rock más interesantes de los noventa y recomendado para cualquier amante de la buena música.

POISON:
BRET MICHAELS: Voz, Guitarra, Armónica
BOBBY DALL: Bajo, Coros
RIKKI ROCKETT: Batería, Percusión, Coros
RICHIE KOTZEN: Guitarra, Mandolina, Dobro, Piano, Coros