Kurosawa en otra joya de cine negro.
Por Juan Antonio García.
Esta película del maestro Akira Kurosawa es una obra llena de perfección. Con clarísima influencia occidental, Kurosawa realiza y también escribe este guión junto a Ryuzo Kikushima para dar vida a esta dura historia sobre un policía (Toshirō Mifune) al que le han robado su pistola, el cual trabajará sin descanso hasta remediar dicha negligencia en su trabajo. Kurosawa vuelve a contar con el elenco protagonista de su anterior obra “El ángel borracho” (1948), es decir con Toshirō Mifune y Takashi Shimura, siendo este último uno de sus actores fetiche dentro de su filmografía.
Shimura hará de policía con experiencia el cual ya ha pasado por momentos durísimos y tiene una concepción de la vida menos humanista y optimista que el personaje de Mifune, que acaba de incorporarse al cuerpo y su inocencia e inexperiencia hacen que represente la defensa y esperanza en el ser humano de forma arraigada. Todos recordamos que posteriormente en infinidad de películas se ha utilizado esta estructura en los personajes; policía joven e impulsivo en contraposición al policía maduro y sereno, con experiencia (y la evolución de ambos).
Mifune no cree en la maldad gratuita, ésta se debe a alguna situación pasada, cada acto tiene su razón de ser; pero conforme avanza el metraje irá dudando más de ese concepto, ya que otras personas han pasado por lo mismo que él y han tomado la senda del mal. No obstante, nunca abandonará ese pensamiento de optimismo en la humanidad, y eso que todas las incidencias que le ocurren en la trama, que no son pocas, casi le obliga a ello, incluso le lleva a la desesperación.
Kurosawa utiliza de forma llamativa elementos externos para hacernos partícipes de la película, y de los sentimientos y padecimientos de los personajes, y que seamos un actor más dentro de ella, y en concreto partícipe del pensamiento, sufrimiento y evolución de los mismos. En este caso podemos ver los elementos temporales, ese claustrofóbico calor que se mete en la mismísima sala de cine o en el salón de tu casa, y que Kurosawa lo utiliza de forma simbólica, nunca por casualidad; el calor estará presente durante todo el film y lo mantiene patente colgado de un hilo hasta que se desata la tormenta de forma simbólica también para contarnos momentos de la trama que lo requiere, jamás de manera fortuita. Seremos partícipes del sudor de todos los personajes, del continuo pañuelo que seca el sudor de la cabeza de Shimura. Sentimos la atmósfera asfixiante en las calles de Japón. La trama es llevada al exterior con acierto para enseñarnos la pobreza de aquella época en Japón, justo después de la Segunda Guerra Mundial; nos lleva por parajes llenos de suciedad, dejadez y podredumbre, haciéndonos recordar una perspectiva neorrealista tan en boga en aquella época y que el cine italiano lo trabajó tan bien, así como los problemas de aquella época con los Yakuza (mafia japonesa) o la Triada (mafia china).
Kurosawa toma todos estos elementos, incluyendo el neorrealismo de la época y lo hace a la perfección resultando una cinta sumamente occidental pero sin perder el tratamiento japonés, como por ejemplo el honor, la justicia (la del policía atormentado por perder su arma y perjudicar con ello a los habitantes que viven con él).
El guión está tratado con sumo cuidado, avanza paso a paso, y resulta una investigación minuciosa, lenta, que va avanzando de forma paulatina enseñándonos lo complicado que es realizar este trabajo; para acabar con una media hora final vertiginosa, llena de muchísimo suspense, con la voz en off del protagonista diciéndonos lo que piensa antes de la parte final, donde todo encaja y los espectadores acaban levantándose de su sillón para aplaudir los detalles del guión. Si hubiera que poner algún inconveniente, podríamos decir que el personaje de Mifune, el joven policía, está algo menos desarrollado, nada sabemos de su vida en contrapartida a la vida de Shimura (hombre casado, con hijos, condecorado, etc..).
No se dejen llevar por los prejuicios, al contrario, métanse dentro de la película, sean partícipes de ella, de su lentitud premeditada y justificada que luego supondrá un final de morderse las uñas.
Intérpretes:
Toshirō Mifune
Takashi Shimura
Keiko Awaji
Eiko Miyoshi
Noriko Sengoku
Guión:
Akira Kurosawa y Ryuzo Kikushima
Fotografía:
Asakazu Nakai
Música:
Fumio Hayasaka