El secreto de la inagotable creatividad.
Por José Ramón González.
‘Espontaneidad’ es una de las primeras palabras que me vienen cuando escucho el nuevo disco de Night Ranger, aunque no es el único álbum de la banda al que le va el término. Tampoco es la única palabra posible para definir a esta inigualable formación: vitalidad, optimismo, energía, entusiasmo, alegría, jovialidad…, pero también genio, estilo, clase, chispa y, casi por encima de las demás, creatividad, una inagotable creatividad. No es difícil sospechar que algo extraño ocurre con este grupo. Puede que compusieran cien canciones hace treinta años –treinta y cinco celebran ahora con la publicación de Don’t let up– en su momento de mayor inspiración, y que las vayan soltando en cuidadosas dosis a lo largo de su carrera; o puede que Brad Gillis, Kelly Keagy y Jack Blades se cayeran en la marmita de la creatividad en el laboratorio de la clase de ciencias del instituto y nunca lo hayan contado. No lo sé. Quizás sea que de verdad hay artistas que han nacido y viven para la música, que dedican todo su genio a crear, componer, interpretar y ofrecer el resultado de todo ello a los aficionados que disfrutan de los frutos de ese proceso.
Seamos sinceros, no es normal que una banda de música, tras treinta y cinco años de carrera sea capaz de crear maravillas del calibre de “Comfort me”, con esa contagiosa vitalidad, esas melodías pegadizas pero nada pegajosas, esa energía inagotable que surge de los siempre sorprendentes juegos de voces, de las hiperactivas guitarras que se doblan para multiplicarse (a propósito, qué buen fichaje el de Keri Kelli); menudo minuto final nos regalan. Cómo pueden transformar una composición de base tan sencilla en algo como “Jamie”, cuyo estribillo lo posee a uno de inmediato. ¿Cómo se hace para sacar “Runing out of time” de unos acordes de guitarra tan típicos?
Pero es que el disco, y esto es mucho decir en una discografía como la de Night Ranger, puede estar tranquilamente entre lo mejorcito de su carrera. A ver si es que “Truth” no puede competir tranquilamente con las grandes canciones de su repertorio: melodías irresistibles, una línea vocal encantadora, unos dibujos de guitarra deliciosos y un estribillo arrebatador, toda ella adornada con un puente a lo Cheap Trick. De igual calibre es “Don’t let up”, portentosa canción de rock melódico que lo tiene todo (para qué detallar nada). Y como siempre, esa riquísima instrumentación, esa ilimitada capacidad para incluir detalles, salpicaduras de genio que hacen de Night Ranger un grupo que eleva el hard rock melódico a la categoría de exquisitez.
Eso sí, baladitas pocas hay aquí, a pesar de la maestría de la banda en este tipo de creaciones. Dejan para el final “Nothing left of yesterday”, que estaría más cerca de un medio tiempo que de una composición baladística. Eso contribuye, creo, a la sensación de ilimitada energía que emana desde el título del álbum: no aflojes. Y esperemos que no lo hagan nunca.
Encima van y se lo producen ellos solitos. Si es que lo hacen todo bien.
NIGHT RANGER:
JACK BLADES: Bajo y cantante
KELLY KEAGY: Batería y cantante
BRAD GILLIS: Guitarra
ERIC LEVY: Teclados
KERI KELLY: Guitarra
A.K.U.
Sin lugar a dudas la crítica del disco hace honor en lo que en él se encuentra.
Menos algún disco que sacaron en los ’90 tengo toda la discografía de Night Ranger, es uno de mis grupos favoritos americanos de los llamados clásicos y puedo decir que este último se encuentra entre mis favoritos.
Discazo sin más.