Este disco no tiene quien le defienda.
Por Carlos Bayón.
En los primeros años de la década de los 90, las bandas que habían triunfado y destrozado las listas de éxitos y habían tenido el favor del público andaban de capa caída y buscando desesperadamente su lugar en la música, mientras una pandilla de desarrapados venidos de Seattle, lo que aquí se consideraría una ciudad de provincias, les estaban quitando todo el protagonismo y barriendo cualquier cosa que oliera a fiesta, sexo, diversión y, sobre todo, a década pasada.
Se imponía la tristeza, la imagen desaliñada, las drogas pero ya no como diversión sino más bien el resultado del abuso de ellas. Por lo tanto todo lo que significaba los mal llamados Hair Metal, Glam Metal y sucedáneos veían como toda su existencia y modo de vida hasta entonces se iban por la taza del váter sin capacidad de reacción.
Y precisamente uno de los reyes y claros exponentes del exceso elevado a la máxima potencia eran los santos de Los Angeles. Tras el exitoso Dr. Feelgood, sus giras, discos de platino, etc. vino una crisis que conllevó la expulsión o salida de Vince Neil. Normalmente la huida del cantante suele ser la más traumática de las rupturas, el puesto más difícil de sustituir, que se lo digan a Van Halen o Iron Maiden, y más en este caso siendo un frontman carismático dotado de un timbre bastante reconocible.
En la búsqueda de su sustituto fueron a dar con John Corabi, en ese momento cantante de una banda llamada The Scream que habían editado en el año 1991 un excelente disco de hard rock muy del estilo de bandas como Tangier que desgraciadamente apenas tuvo repercusión.
Supongo que llegados a ese punto los restantes miembros lo que querrían hacer sería una ruptura total con su pasado y empezar de nuevo desde cero porque ni por imagen ni por timbre de voz son iguales Vince y John, aunque este último está dotado de mayor rango vocal y podría ayudar también a Mick Mars con las segundas guitarras.
El resultado que salió de todo eso es este Mötley Crüe. El disco es fabuloso se mire por donde se mire, el sonido es más potente, los temas son redondos, oscuros, la mezcla de acústicas y eléctricas en muchos temas le da un sonido coherente y la producción de Bob Rock no tiene nada que envidiar a discos como Dr. Feelgood o el Black Album de Metallica. John Corabi demuestra lo buenísimo cantante que es en todas y cada una de las canciones.
Todavía queda algo de los antiguos Crüe en temas como por ejemplo la acelerada “Smoke The Sky” que puede recordar a un “Kickstart My Heart” de guitarras pesadas. “Welcome To The Numb” que podría haber estado en Girls, Girls, Girls o “Poison Apples” que podría ser un “Same Ol’ Situation” y que parecen material reciclado pasado por la batidora de los sonidos más alternativos pero con una base de sonido ochentero.
Pero el grunge y los sonidos alternativos están presentes en temas como “Droppin’ Like Flies”, en la inicial “Power To The People” con las guitarras entrecortadas y la voz casi rapeada, o en “Uncle Jack” que suena a unos Soundgarden anteriores a Superunknown.
Todavía siguen teniendo hueco para los temas pegadizos como la que salió como primer single “Hooligans Holiday” o la tétrica “Til Death Do Us Apart” con una batería y melodía que podría recordar a “Primal Scream”, tema inédito del recopilatorio Decade of Decadence.
Los medios tiempos y las baladas también tiene sitio con canciones como la semiacústica “Misunderstood” que cuando cambia de ritmo es de lo mejor del disco, la acústica y vacilona más cercana a The Scream “Loveshine” y la que cierra “Driftaway”, balada más al uso pero que no pasa del suficiente.
Pero por lo general lo que abunda son los sonidos pesados y alternativos como en la metálica “Hammered” que por momentos te puede recordar a Pantera.
Cuál fue el problema para que el disco no se comiera un torrao: simplemente que no son Mötley Crüe. El sonido crudo, pesado y alternativo hubiera estado muy bien para haber empezado de nuevo con otro nombre o para una banda nueva, pero no para un grupo con una carrera de 5 discos, el último de ellos con unas ventas millonarias, y estandartes del sonido más ochentero y festivo.
Los antiguos fans no entendieron el cambio y en su mayoría le dieron la espalda, aparte también de los cinco años que habían pasado desde Dr. Feelgood y que habían cambiado por completo la industria de la música. Los seguidores de este tipo de sonido ya tenían sus propios grupos y no querían saber nada de dinosaurios haciendo nueva música. También hay que recordar que no fue a los únicos a los que les pasó: Def Leppard y Kiss también intentaron la jugada (Slang y Carnival of Souls) y evidentemente les salió mal.
Por lo tanto se quedaron en tierra de nadie y todo el mundo sabe cómo acabó la cosa, vuelta de Vince Neil al redil y publicación del espantoso Generation Swine, disco que no tiene defensa ninguna, es un truño experimental impropio de cualquier banda de regional.
Algunos han llegado a decir que este es el mejor disco grunge, yo no llego a eso pero sí reconozco que si lo hubiera sacado cualquier otro grupo hubiera sido un éxito descomunal. No tiene nada que envidiar a ninguno de los discos que fueron encumbrados en esa época, pero como he dicho antes les penalizó el nombre y la historia que traían en la mochila.
En mi opinión sigue sonando fresco y atemporal y para nada se le nota el paso del tiempo, no era un disco que entrara a la primera y eso ha hecho que con el paso del tiempo las canciones no suenen pasadas de moda y sigan saliendo matices nuevos a cada escucha. Aunque el grunge y los sonidos alternativos que triunfaron en los 90 y primeros 2000 tuvieron su momento y tal como llegaron desparecieron y ahora es raro que alguien los reivindique.
Quién se acuerda a estas alturas de grupos como Screaming Trees, Mudhoney o qué es lo que hacen los grandes del grunge mas allá de Pearl Jam. Los demás han ido tirando editando discos dilatados en el tiempo pero sin apenas repercusión ni huella, lo cual no quiere decir que sean malos discos, muchos de los grandes de la escena metalera de los 80 viven de girar de sus discos antiguos ya que los nuevos apenas tienen éxito. Pero queda claro lo efímero de las modas y lo equivocado de intentar seguirlas cuando tu estilo y el gusto de tus fans está tan alejado de ellas.
Hubiera sido casi mejor editar un híbrido de lo nuevo y lo antiguo, por lo menos habría sido más personal y el cambio no tan radical que al fin y al cabo es lo que pasó con este disco. Algo parecido a lo que hicieron Metallica con su Black Album o Bon Jovi con Keep The Faith, este último también producido por Bob Rock.
Es un disco que ha quedado como una mancha en la discografía casi impoluta hasta ese momento del que nadie quiere saber nada y que marcó casi como un estigma la carrera de John Corabi, señalado como el gran culpable de la caída en desgracia del grupo y al que prácticamente hundió en la miseria arrastrándose en distintos proyectos casi todos fallidos como Union o Brides of Destruction hasta llegar a The Dead Daisies, grupo con el que ha estado gozando de una nueva oportunidad hasta hace bien poco.
Pero si ya fue triste dejar pasar la oportunidad de escucharlo en su momento creo que con la distancia que nos da el tiempo podemos volver a escuchar esta joya y no sólo vivir de Theatre of Pain, porque entonces nos estaremos perdiendo uno de los mejores discos que salió en los 90.
MÖTLEY CRÜE:
JOHN CORABI: Voz
NIKKI SIXX: Bajo
MICK MARS: Guitarras
TOMMY LEE: Batería