Críticas Casco Antiguo

MEAT LOAF «Welcome To The Neighbourhood» (Virgin Records, 1995)

MEAT LOAF «Welcome To The Neighbourhood» (Virgin Records, 1995)

No es un vecindario, es un universo.

Por José Ramón González.

 

Parece bastante normal y hasta razonable que si un artista, un músico concretamente, graba un álbum que se convierte en uno de los más vendidos de la historia y además resulta que ése es el primer disco publicado por él, parece lógico, decía, que todos sus discos posteriores tengan difícil alcanzar las ventas de ese primer álbum. Digo esto porque tras la noticia de la desaparición de Meat Loaf hace algo más de cinco meses, leí en varios medios de comunicación de manera repetida y poco afortunada que nunca logró igualar el éxito de su primer álbum Bat out of hell (1977). Como si la carrera del gran Meat Loaf hubiese sido un fracaso continuo en lugar de una de las más brillantes creaciones de la historia del rock en las últimas décadas. Como si sólo hubiese sido capaz de grabar un álbum brillante y hubiese desaparecido cuando, en realidad, su obra no tiene un único título, sino montones de canciones y creaciones en una cantidad tan generosa y apabullante como su presencia y su voz. Así, de ese modo tan poco gratificante, algunos han resumido la carrera de este descomunal artista, tan único como icónico e irrepetible.

Poseedor de una voz portentosa y de una descomunal capacidad dramática para interpretar que aprendió en sus primeros trabajos como cantante de musicales en Broadway, sin embargo en España, como ocurre para una mayoría con otros muchos grandes artistas extranjeros, no es más que otro nombre que suena como un eco lejano sin presencia concreta en la vida ni en el recuerdo de casi nadie. Al contrario: su legado se hace tan imprescindible, su carisma tan irrepetible, su talento indiscutible y su voz tan familiares y emocionantes, que parece difícil entender que muchos más no los requieran en su vida para dar forma a las historias que nos van dejando huella, para que esa voz sirva para expresar mejor que nosotros mismos lo que esas heridas significan en nuestra biografía.

Recordado por ese primer álbum junto a Jim Steinman, Meat Loaf ha dejado sin embargo un importante legado musical de enorme altura que mantiene en algunos de sus títulos, o al menos no la desmerece. Se ha comentado la recuperación del reconocimiento popular al que le llevó la publicación de la segunda parte Bat out of hell II: Back into hell (1993), pero no he leído en los medios de comunicación de alcance nacional que se hable de ningún otro disco más allá de nombrar algún título suelto para completar. Y es una injusticia enorme, pues muchos de sus trabajos resultan terriblemente valiosos y admirables. Incluso los inmediatamente posteriores al bombazo de su primogénito ― Dead ringer (1981), Midnight in the lost and found (1983) Bad attitude (1984) y Blind before I stop (1986)― contienen material más que de sobra para disfrutar de su talento, a pesar de que no estuviese en ellos Steinman.

El disco que siguió al segundo de la trilogía, de 1995, es uno de mis favoritos: Welcome to the neighbourhood. Un álbum para el que Meat Loaf se rodeó de un grupo de músicos fabulosos ―Kenny Aronoff, Pat Thrall, Tim Pierce, Jeff Bova, Steve Buslowe…―, compositores de prestigio ―Steinman incluido―, y se aseguró de que Patti Russo lo acompañara para que lo ayudara a dotar del empaque necesario a esa teatralidad tan meatloafiana. Hardrockero y electrizante, pocos álbumes contienen tanto talento, tanto arte, tanta intensidad dramática y conservan tan poderosamente todo su potencial para imaginar y emocionar. Producido por Ron Nevison incluye un trío inicial de absoluto escándalo: «Where the rubbers meet the road», «I’d lie for you (and that’s the truth)», a dúo con Patti Russo y compuesta por Diane Warren, y «Original sin», una canción de Jim Steinman. Sólo esas tres canciones ya merecerían una sala para ellas solas en el museo de la canción. Pero claro, como decía, Meat Loaf no es flor de un día, y la calidad de las canciones que se incluyen en Welcome to the neighbourhood no son el resultado de una inexplicable casualidad. Por ejemplo, «Runnin’ for the red light (I gotta life)» aparece enmarcada entre dos breves piezas que terminan resultando cómicas por lo inesperado de su estilo, lo que refuerza esa apariencia de teatralidad tan apegada a Meat Loaf y la eficacia de la canción citada, una composición del propio Meat Loaf junto a Vanda & Young, Patti Russo y Sarah Durkee. Es uno de esos rock & roll cargados de energía habituales en los álbumes del cantante, lo mismo que la sensacional «Amnesty is granted», en la que disfrutamos de un dúo con Sammy Hagar, autor de la canción ―y en las guitarras, además del propio Hagar están Steve Van Zant, Tim Pierce y Eddie Martínez; toma ya ―.

La segunda canción que aporta Jim Steinman es la balada «Left in the dark»: densa, profunda, sentida… Y dos más de Diane Warren, dos medios tiempos tremendos: «Not a dry eye in the house» y «If this is the last kiss (Let’s make it last all night)», esta segunda a dúo con Patti Russo. No es necesario exponer la grandeza y sentimiento de ambas canciones.

Para cerrar el álbum nuestro cantante nos ofrece una versión de la preciosa canción de Tom Waits «Martha», a la que entrega una brillante interpretación con la que obtiene una emocionantísima revisión. Y finalmente «Where angels sing», otra canción lenta que, quizás después de la anterior, se haga algo excesivo pero, ¿qué hay en Meat Loaf que no sea excesivo? ¿No es por eso por lo que nos gusta tanto?

Asombra y emociona comprobar cómo un trabajo en el que hay implicados tantos artistas, tanto en la composición como en la interpretación, éstos no puedan contener la arrasadora personalidad del carismático Meat Loaf, quien logra que Welcome to the neighbourhood no sea otra cosa, ni pueda ser nada más, que un disco de Meat Loaf. Tan grande e increíble fue el arte de este excepcional cantante, inimitable, inigualable, incomparable… único. Eso es grandeza.

Meat Loaf_Welcome To The Neighborhood_cover
MEAT LOAF: Cantante
KENNY ARONOFF: Batería
STEVE BUSLOWE: Bajo
PAUL JACOBS, JEFF BOVA, MARK ALEXANDER: Piano, teclados
TIM PIERCE, PAT THRALL: Guitarra

Compartir este post

1 Comentario

  1. Le adoraba, le adoro y Not a Dry Eye y If this is the last kiss, junto con Left in the dark creo que son mis favoritas de ese álbum.
    Le añoro. DEP.

    Responder

Dejar una respuesta

Tu corréo electrónico no será publicado.Campos obligatorios marcados con *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>


Lost Password

Register

Si continúas utilizando este sitio, aceptas el uso de las cookies. Más información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close