Otra cara de la misma moneda.
Por Carlos Bayón.
La otra mitad de la formación que grabó los tres primeros discos de esta banda angelina, el bajista Kelly Nickels y el batería Steve Riley, nos presenta su primer disco acompañados de los algo menos conocidos Kurt Frohlich (cantante) y el guitarrista Scott Griffin.
Más allá de lo correcto o ético de que haya dos versiones de una misma banda compartiendo nombre y hasta logotipo y de las confusiones que eso pueda crear entre los fans (aunque con la información a la que tenemos acceso ahora mismo es difícil creer que alguien se pueda llevar a engaño a poco que rebusque un poco por internet) voy a tratar de contar lo que me ha parecido el disco y “lo bueno” de tener dos buenas bandas por el precio de una.
De primeras el sonido de este Renegades es más limpio que el sucio y casi maquetero de The Missing Peace o The Devil You Know y se acerca más a un típico Hard Rock que al sleazy angelino marca de la casa que la formación original se marcaba en Cocked and Loaded.
La voz de Kurt tiene un tono más melódico que el de Phil Lewis y eso se nota en canciones como la balada “You Can’t Walk Away” pero se ajusta como un guante en otras como la inicial y punk “Crawl” o en la chuleta “Witchcraft” con un riff que parece que se te caiga encima un camión.
Para nada nos encontramos una versión descafeinada ni una copia descarada, es un disco de hard rock sólido, duro con su punto blues, sencillo. No hay sitio para arabescos, las canciones nos muestran distintos estados de ánimo. Desde la punkarra y oscura “Well Oiled Machine”, la acelerada pero melódica “Why Ask Why” o la desértica y fronteriza “Lost Boys” con unos coros muy macarruzos. La ochentera y casi pop “All That You Are” que parece que nunca arranca pero que cuando se suelta engancha. O la Ramoniana y que da nombre al disco, “Renegades”, junto con la anterior de lo mejor del disco. Es fantástico el trabajo vocal de Kurt en todo el álbum pero aquí te lleva en volandas, junto con el magnífico riff, es un tema veloz que parece que vueles, un canto a la libertad.
El disco acaba con la rockanrollera “Don’t Wanna Know” un tema bastante típico para cerrar y que sonará bastante bien en directo. Se sale un poco de la línea pero para terminar no está mal.
También hay sitio para los temas tranquilos, no es que sean nada del otro mundo pero tampoco desentonan. “You Can’t Walk Away” con unos bonitos coros y un rollo muy Stones y “Would”, tema casi completamente acústico y que en ciertas partes se da un aire al “My Way” de Sinatra.
Obviando lo ético de la propuesta creo que hay que buscarle la parte buena a tener dos proyectos de calidad que beben de las mismas fuentes pero cada uno con su personalidad propia.
Además pueden ser complementarios, si te gusta uno te puede gustar perfectamente el otro. La rabia, la suciedad y el punk de la versión de Tracii Guns y la melodía con su toque también macarra de la versión que nos ocupa.
Me ha parecido un buen trabajo que ni mucho menos ensucia el legado de una banda con un largo recorrido, con muchos vaivenes y, todo hay que decirlo, muchos cambios de formación como para que ahora se pongan estupendos los unos con los otros sobre quién tiene razón en tener la propiedad del nombre.
Sepamos disfrutar de ambos y saquemos nuestras conclusiones pero basándonos en criterios musicales, y siguiéndolos nos encontramos con un disco de hard rock pegadizo con su punto ochentero y que no va a defraudar a ninguno de los seguidores de la banda llamémosle madre.
L.A. GUNS:
KURT FROHLICH: Voz
SCOTT GRIFFIN: Guitarrista
KELLY NICKELS: Bajista
STEVE RILEY: Batería
Mauro
Muchas gracias por la reseña del disco. Me hizo recordar cuando leía las criticas revistas en los 90 antes de comprar o no un cd.. mucho antes del streeming.