Así no se triunfa.
Por José Ramón González.
Qué terca es la pasión. Mira que ya se sabe que el rock melódico no va a ninguna parte, que los pocos aficionados que quedan están en peligro de extinción, que cuesta mucho trabajo sacar adelante una obra discográfica, que hay que echarle muchas horas de local de ensayo, robarle dolorosamente tiempo a otros asuntos y personas… y ellos dale, venga. Hackers publicaron un estupendo y admirable disco en 2019, Empezar de cero. Vale, lo hicieron fenomenal, recibieron halagadoras reseñas y pavlovianos elogios de los aficionados. Pues ya está ¿no? ¿Para qué volvemos otra vez, cuatro años después, con otro disco? ¿Para qué nos volvemos a arriesgar con más trabajo, encima autoeditado? Y para empeorar las cosas, se molestan en diseñar una currada presentación en digipack y una producción más que solvente. No lo entiendo. Qué empeño, qué cabezonería. Quién querrá escuchar un disco tan bien hecho, tan cuidado, con canciones más ricas en detalles que un novio adolescente. Con lo bien que les iría haciendo un disco de reguetón, con unas vocecillas nasales de constipado mocoso y el ritmo básico del PT1; que los iban a poner en todas las peluquerías y tiendas de ropa a toda pastilla para aturdirte y que te lleves lo que sea. Lo iban a petar. Y nada, ellos dale que te pego con el rock melódico mejor hecho del país. Si es que son como José Luis Garci, que se la trae al fresco si lo que hace le interesa a mucha gente o no, ellos hacen lo que les gusta. Ay, qué sufrida es la pasión.
A ver, qué tiene este nuevo disco de Hackers. Sí, unas cuantas excelentes canciones de AOR muy bien interpretadas, pero con eso no vamos a ningún lado. Pero a ellos, como a Garci, parece darles igual, ellos a lo suyo. Y orgullosos de ello. No les importa meter unos cuantos tópicos líricos en la primera canción «El poder de una canción»: que si no mires atrás, que si no dejes de soñar… Y encima va y les queda bien. Con el talento que tienen… Reguetón, amigos; hacedme caso, reguetón. Para más recochineo el arranque de la canción es puro Survivor en «Is this love». ¡Van haciendo gala de toda la música que conocen y les inspira! Que eso ya no se lleva, chavales. Lo guay es ponerse a «hacer música» sin tener ni idea. Sé tu propio maestro. ¿Es que no lo veis? Pues los Hackers estos a tirar de conocimientos, inspiraciones ilustres y referencias musicales de sabiondos: que si Treat, que si Survivor (también en el comienzo de «Historia de amor», parece que va a escuchar uno «Oceans»), que si Hardline («Respirar rock & roll»), que si Journey, que si The Storm (con los que particularmente encuentro muchas afinidades). Así no se triunfa. Cantando bien, no, porque luego quiere uno ir cantando las canciones en el coche y no puede. Víctor Guardia canta AOR a lo Paul Rodgers y eso es querer complicar las cosas porque sí, gratuitamente, aunque hay que reconocer que eso proporciona a las canciones una fuerza especial. Tampoco se triunfa haciendo unas armonías vocales cuidadas, delicadas, con un elevado gusto y evitando la impresión fácil a golpe de volumen. Y menos van a triunfar tocando bien, ¡pero a quién se le ocurre! Pues nada menos que a Fran Alonso, por ejemplo, le da por ir interrumpiendo la canción con solos de guitarra de los difíciles. Que así se pierde al oyente complicándole la escucha, hombre. Y menos aún metiendo detallitos magistrales de teclados, coros y guitarras aquí y allá. Una cosa sí que hay que concederles: todos aquellos que pagan precios indecentes sin despeinarse por los antiguos discos de Sangre Azul deberían invertir en el nuevo álbum de Hackers: hacen algo muy en ese estilo pero hoy, ahora; son excelentes músicos, saben lo que se hacen y, si hay a quien tanto le gusta esa música, aquí tiene más que de sobra. Ah, no, que no es una cuestión de música, sino de nostalgia. Qué paradoja.
Que no, y ya está. Han grabado un disco extraordinario, especial, un regalo. Un disco que es como La masa devoradora (The blob, Irvin S. Yeaworth Jr,) la película de 1958, que cuanto más se lo alimenta a base de escuchas más crece y se desarrolla, mostrando poco a poco su valiosísimo contenido artístico, su delicado buen gusto (con eso tampoco se triunfa), sus ricas referencias y, a pesar de todo ello, su imponente personalidad. Pero chicos, así no nos pinchan en la inefable selección de música de fondo del canal 0 de Movistar+. Lo digo por vuestro bien a cambio de todo el que proporcionáis a los raros que disfrutamos con vuestro arte. No se me ocurre mayor acto de generosidad que el que bandas como Hackers demuestran dedicando tanto trabajo y sacrificio para hacer llegar a nuestros espíritus álbumes tan brillantes como El poder de una canción. Supongo que cuando se siente algo tan potente como el impulso, la necesidad de crear canciones será difícil dominarlo y evitar que hasta se desborde y dé como resultado composiciones como las que inundan de belleza este álbum. Bendita pasión.
HACKERS:
VÍCTOR GUARDIA: Voz y coros
FRAN ALONSO: Guitarra y coros
CÉSAR GONZÁLEZ: Bajo y coros
PACO SANTAN: Batería
ELVIS PESCOSSA: Teclados y coros
Jesús
Joder Joserra!! Eres un puto crack!
Has hecho una reseña muy original; con tu habitual brillante literatura, pero con esa fina ironía que sólo saben transmitir los grandes.
Mi más sincera enhorabuena!!
JUANAN
Que gran reseña
Aunque nos duela es la realidad pero como devuelve Fran en una entrevista que le vi en un canal de YouTube, cuando esta música entra en tu cuerpo es para siempre