¿La última gran esperanza?
Por Carlos Bayón.
La nueva sensación rockera del último año viene de un pueblo perdido de Michigan (EEUU) con nombre de lugareña.
Todo suena a antiguo en esta banda, incluso la tipografía del logo me recuerda a la de la serie Stranger Things, otra serie revival, dicho “antiguo” sin ningún tono peyorativo ni como sinónimo de malo, todo lo contrario.
He de reconocer que no soy precisamente fan de Led Zeppelin ni de ese sonido rockero y psicodélico de los 60, Janis Joplin, Jefferson Starship… como en “When the Curtain Falls” pero estos chicos hacen que te entren ganas de volver a Woodstock y al verano del amor, quizá de ahí el título de himnos de la armada pacífica.
En esta época de autotune a saco y de producciones que acaban sonando todas iguales se agradece la calidez, el sonido sin artificios, en resumen la vuelta a lo básico, guitarra, bajo y batería, con pinceladas de pianos, básico que no rudimentario.
La voz te lleva a meterte de lleno en las canciones, a emprender un viaje a una época que estos chicos quieren que recordemos o más bien recuerden los que ya peinen muchas canas y es increíble que alguien tan joven sea capaz de crear algo tan atemporal y que sus influencias sean tan clásicas.
No soy capaz de destacar una canción por encima de otra, todas tienen cosas que las hacen únicas: la lisérgica apertura con “Age of Man”, la más larga del disco, con la voz a lo Geddy Lee de Rush, la rockera “Lover Leaver” donde sí que el parecido a Zeppelin en la guitarra es casi más aparente que en el resto del disco, la sencilla y emotiva balada con órgano Hammond y acústica “You’re the One”, la también acústica e íntima “The New Day” que al final va cogiendo fuerza con la eléctrica por debajo de la voz dando paso a la acústica y sin casi darte cuenta se conviertan en dos, el cambio repentino dejando solo la batería y una pandereta en “Mountain of the Sun”, y para casi terminar con la tranquila y bonita “Anthem”, con un comienzo de voz y acústica a la que se van añadiendo poco la slide, los bongos o el cajón y esos coros que aparecen de fondo y que cada vez se van haciendo más presentes para acabar en plan himno solo los coros, lo dicho cada canción tiene cosas que te engancharán a escucharlo una y otra vez.
Para mí es uno de los imprescindibles del año que ya casi acaba, una sorpresa en toda regla, hacía tiempo que no escuchaba algo tan bueno, es casi hermoso si se puede decir eso de un disco sin querer sonar cursi, increíble que alguien se atreva a sacar discos así ahora, por rematadamente anticomerciales por no seguir ninguna tendencia, en otra época se habrían hinchado a vender aunque parece que no les va nada mal y creo que con lanzamientos así el rock sigue muy vivo en las nuevas generaciones.
GRETA VAN FLEET:
JOSH KISZKA: Voz
JAKE KISZKA: Guitarra
SAM KISZKA: Bajo y teclados
DANNY WAGNER: Batería
