Words, words, words.
Por ELS.
Posiblemente no sea la espectadora más objetiva ante esta película. Cómo no iba a interesarme la historia de un escritor, premio Nobel de Literatura, que tras décadas de ausencia regresa a su pueblo natal en Argentina para asistir a la entrega de la distinción de “ciudadano ilustre” con la que pretenden honrarle. Pero es que además –aunque parezca un detalle insignificante– se trata de un escritor en lengua española y además la película juega entre la realidad, la verdad y la ficción y se deja leer e interpretar… encantos a los que difícilmente puedo resistirme.
La cinta está plagada de micrófonos, discursos y voces, o más bien de una única voz, la del escritor, personaje de ficción que dice todas esas cosas que muchas veces son verdad pero en pocas ocasiones pueden decirse en la vida real. Por un lado, siempre me resulta un poco triste estar de acuerdo con los personajes y añorar que sus opiniones sean reales pero por otro, el rastro de un pensamiento amigo supone sin duda un encuentro radiante. Las palabras de Daniel Mantovani al recibir el Nobel, las que pronuncia en el certamen de pintura local en el que ha sido invitado a participar como jurado o las de las clases sobre literatura que imparte durante su estancia en el pueblo tienen audiencias sumamente distintas dentro de la película, mientras fuera los espectadores tenemos el privilegio de formar parte de todas ellas. De este modo somos testigos de la relación complicada que mantienen la sociedad y la cultura, de cómo se reciben las ideas y de cómo se responden. Y cuando Mantovani (interpretado por Óscar Martínez, quien sostiene toda la historia) miraba directamente desde la pantalla yo no podía evitar las ganas de responder también; así es cómo he disfrutado tanto de la película.
Si tanta importancia tienen las palabras formuladas en voz alta, la cinta se muestra coherente y hace de las palabras que no se dicen un recurso igualmente significativo. Todo lo que Mantovani y otros personajes callan según la situación y las personas con las que se hallan delata casi tanto como lo que expresan. Me encantan las historias en las que los silencios hablan y las películas en las que un personaje sencillamente necesita encontrarse en un escenario para que su pensamiento pueda escucharse como si estuviera gritando. Esto sucede en El ciudadano ilustre cuando Mantovani recorre solo algunas calles del pueblo, espera en el hotel o presta atención a lo que dicen otros; hubo únicamente una escena en la que fui incapaz de oírle.
Todos estos ingredientes tan bien mezclados, con humor y sin lirismos gratuitos (que era algo que medio temía antes de verla), hacen que El ciudadano ilustre lo tuviera muy fácil conmigo. Cómo no iba a gustarme una película que genera más voces y palabras cuando acaba.
Intérpretes:
Óscar Martínez
Dady Brieva
Andrea Frigerio
Belén Chavanne
Nora Navas
Iván Steinhardt
Manuel Vicente
Guión:
Andrés Duprat
Música:
Toni M. Mir
Fotografía:
Mariano Cohn