Transparencias

BIRD (Clint Eastwood, 1988)

BIRD (Clint Eastwood, 1988)

Dramática paradoja.

Por José Ramón González.

Siempre que recuerdo esta película lo hago a través de una imagen, la del plato de la batería volando a cámara lenta atravesando la pantalla de un lado a otro bajo una luz azul. Una imagen simbólica que habla de la incomprensión, el rechazo, la humillación.

Clint Eastwood dedica esta película a todos los músicos del mundo. La vida de uno de ellos puede representar la de muchos otros y llegar a hablar de la trascendencia universal de la música que ellos crearon. Es un reconocimiento a un legado artístico sin fecha de caducidad parido por parte de unas vidas que la tienen marcada de manera precoz. La música creada, innovadora, rica, alocada, revolucionaria, que llega a hacerse imprescindible para entender la evolución del arte a lo largo del tiempo, en ocasiones es la descendiente de una existencia oscura, frustrante y triste. Transmitir esa dramática paradoja a través de una película no es tarea fácil, y no será que el cine no lo ha intentado en numerosas ocasiones, aunque pocas con los sobresalientes resultados de Bird.

Eastwood ya se había adentrado en otra historia de músicos seis años atrás en El aventurero de medianoche (Honkytonk man, 1982), en la que un músico de country alcohólico recorre los últimos momentos de su vida acelerando para llegar antes a su irrenunciable destino y encuentra la forma de dejar algo suyo para la posteridad, que no es otra cosa que su música. Una película de un tono diferente a Bird, con algunos elementos de humor y menor profundidad, pero igualmente interesante. También es la segunda de las dirigidas por él que no protagoniza, después de la delicadeza de Primavera en otoño (Breezy, 1973), y en ambas se da un alejamiento del tono y género con los que se lo asocia habitualmente.

Esa capacidad de la que siempre ha hecho gala el bueno de Clint para enlazar grandes películas, de tonos diferentes, con otras de mero entretenimiento sin que su capacidad para crear se haya visto perjudicada se aprecia, por ejemplo, en que Bird está rodada entre una película como El sargento de hierro (Heartbreak ridge, 1986) y Cazador blanco, corazón negro (White hunter, black heart, 1990), otra película con elementos biográficos, esta vez sobre John Huston, aunque en ese año también estrenó una de esas pelis flojitas que le salen de vez en cuando, El principante (The rookie, 1990).

Bird es una de las grandes obras de Eastwood, una hermosa dedicatoria a la música que muestra el contraste entre el creador y la creación; la belleza de lo creado y la libertad para hacerlo contrasta con los límites de una vida en absoluto ejemplar ni admirable que esclaviza al músico a través de las adicciones; la gracia y la plenitud de los momentos en los que el hombre es músico con los que es un insignificante individuo como tantos otros que arrastra su dramática existencia como puede. Una película que combina el clasicismo con alternativas formales de fuerza expresiva y de mucho calado que se aleja del clásico biopic por medio de una estructura atrevida, cronológicamente desordenada, que refleja la propia existencia de Charlie Parker y de su música, y asimismo del jazz.

Forest Whitaker compone uno de sus mejores personajes, un tipo de una fragilidad acongojante, con un comportamiento que a veces se acerca al del adolescente, como dice al hablar de sí mismo en la primera secuencia de la película.

La narración arranca con una bonita transición que nos lleva desde una primera imagen que encuadra un camino de tierra con un niño negro tocando un primitivo instrumento, pasando por un joven tocando el saxofón en el zaguán de una casa, hasta que llegamos en la siguiente al club en el que Bird está dando un recital.

El final, con la cámara en un plano elevado en la calle, recurso habitual en las películas de Eastwood, hace pensar en el anonimato, el desconocimiento que supone para el resto del mundo la existencia de ese personaje con el que convive que deja para la humanidad un legado valiosísimo. Su música acompañará a muchos de los viandantes que cruzan el plano, o a sus hijos, o a otras generaciones. El drama y la plenitud convive con el resto de existencias sin que se conozcan, sin que se crucen, pero influyen unas en las otras y todas forman parte del universo humano.

Birdcartel
Intérpretes:
Forest Whitaker
Diane Venora
Michael Zelniker
Samuel E. Wright
Keith David
James Handy
Anna Thomson
Guión:
Joel Oliansky
Música:
Charlie Parker, Lennie Niehaus
Fotografía:
Jack L. Green

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